Hace un par de días vi por primera vez en años una huelga de educación: Eso quiere decir que profesores de mi instituto decidieron no ir a trabajar a formar mentes como protesta contra las medidas que el Gobierno esta aplicando (algo que por cierto los canadienses también estan haciendo… curioso) entre las que estan:

1. El numero de alumnos en primaria sube de 25 a 30 y en secundaría de 30 a 36 (en mi instituto casi a 40): Si los desajustes de nivel ya son un problema preocupante dentro de la clase imaginad si en vez de haber 30 adolescentes mentalmente gobernados por impulsos hormonales hay 40… en otras palabras los ratios de fracaso escolar subirán, os lo digo yo.

2. Las medidas que afectan a la enseñanza superior son aun peores y antes de explicarlas dejaré claro algo: Yo no soy una alumna brillante pero trabajo, me dejo los cuernos trabajando para sacar las asignaturas y poder optar a la beca del Ministerio y mi matrícula nunca supero los 2€ de precio porque algo tenía que tener de « bueno » (sarcasmo!) ser discapacitada (y no me gusta nada el término) y tener dos hermanos. Aun así me manifiesto y hago huelga por la subida de mas de un 50% de los precios de matrícula.

Una de mis mejores amigas estudia ingeniería, carrera cara, se deja el culo a trabajar y aun asi se va a dejar la misma vida porque no solo le cuesta un riñón sino que también con el maravilloso plan Bolonia ahora esta obligada a ello… ¿Dónde quedó la libertad de estudio, la adaptabilidad…)Image

3. Carreras desaparecerán según la demanda: Increíble, a veces estudiantes que viven lejos de las universidades (como es mi caso) tienen poco donde elegir pero aun así había 2 opciones. Si esto se cumple no existirán esas dos opciones, las universidades se llenarán y la nota necesaria para entrar subirá lo que unido a todo lo anterior hará que la educación se convierta en un privilegio más que un derecho esencial para el espíritu humano.

Por eso y por mucho más esa foto es Sevilla, donde estudié, dónde me encerré durante varias noches y grité por una educación que curiosamente yo no recibiré pero que los que han venido y vendrán detrás de mí merecen.